Meca - Kaaba

La peregrinación hasta La Meca y la Kaaba, o Hajj, es uno de los cinco pilares del islam.

MADINA

Primera Masjid (Mezquita) del mundo es la Mezquita del Profeta Muhammad (La paz sea con Él)

LOS CINCO PILARES DEL ISLAM

La Declaración de Fé (Shahadah), Orar 5 veces al día (Salah), Pagar la caridad anual (Zakah), Ayunar durante el mes de Ramadán (Sawm), Realizar la perigrinación a la Meca (Hajj)

COMO HACER LA ABLUCIÓN (WUDU) Y LOS 5 REZOS AL DÍAS (SALTS)

Un pequeño resumen de como hacer la ablución (wudu) y los 5 salats [Por favor presione clic en la imagen para ver el vídeo]

Profeta Muhammad (La paz sea con Él) un verdadero ejemplo a seguir

Historia del Profeta Muhammad (la paz sea con Él) y su mensaje del Islam [Por favor de clic a la imagen para ver el vídeo]

jueves, 29 de enero de 2015

¿Por qué nosotros los musulmanes debemos vivir en paz?


En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos guiado al Camino Recto, habernos honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Que Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, aquel que transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por orden de Su Señor. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.
Hermanos y hermanas, hoy nos invita a reflexionar en torno a ¿Por qué nosotros los musulmanes debemos vivir en paz?
Salâm (Paz) es uno de los hermosos nombres de Allâh. Allâh dice en el Sagrado Qurân: “Él es Allâh, Quien no hay dios sino El, el Rey, el Purísimo, la Paz, el que da Seguridad, el Vigilante, el Irresistible, el Compulsivo, el Soberbio. ¡Gloria a Allâh por encima de lo que asocian!” [Sûrah Al-Hashr (59), âyah 23].
Allâh llama al Paraíso, Dârus-Salâm, la Morada de la Paz, y Allâh invita a toda la humanidad hacia ella. Dice Allâh en el Qurân: “Y Allâh invita a la Morada de la Paz y guía a quien quiere al camino recto”. Allâh hizo Dârus-Salâm para aquellos que son humildes y no propagan la corrupción. Dice Allâh: “Esa es la Morada de la Última Vida que concedemos a quienes no quieren ser altivos en la tierra ni corromper. Y el buen fin es para los que tienen temor (de Allâh)” [Sûrah Al-Qasas (28), âyah 83]. Dice también Allâh: “¿Y qué mejor palabra que la de aquel que llama (a los demás) a Allâh, obra con rectitud y dice: Yo soy de los musulmanes? No son iguales la bondad y la maldad; responde con la mejor actitud y aquel con el que tenías enemistad será un amigo ardiente. Pero esto no lo consiguen sino los que tienen paciencia, no lo consigue sino el dotado de una suerte inmensa” [Sûrah Al-Fussilat (41), âyât 33 a 35].
Narraron Abû Dharr y Mu‘âdh Ibnu Ÿabal (radiallâhu ‘anhumâ) que el Enviado de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Ten temor de Allâh donde quiera que te encuentres. Si cometes un pecado, haz inmediatamente una buena acción que borre la falta anterior, y compórtate con la gente de la mejor manera” [At-Tirmidhî].
Debemos vivir en paz con Allâh obedeciéndolo. Dice Allâh en el Sagrado Qurân: “Si las gentes de las ciudades hubieran creído y se hubieran guardado, les habríamos abierto las bendiciones del cielo y de la tierra” [Sûrah Al-A’raf (7), âyah 96]; debemos vivir en Paz con los Profetas siguiendo sus maravillosos ejemplos, al respecto dice Allâh también en el Qurân: “Esos son a los que Allâh ha guiado: ¡Déjate llevar por su guía! Di: No os pido ningún pago por ello, no es sino un recuerdo para los mundos” [Sûrah Al-An‘âm (6), âyah 90]; debemos vivir en paz con la gente en general respetándolos. El Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Compórtate con la gente de la mejor manera”; debemos vivir en paz con los animales cuidándolos y no maltratándolos. El Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo una vez a sus compañeros: “Tengan temor de Allâh en cuanto a los tratos con sus animales, ciertamente Allâh les preguntara sobre esto”; debemos vivir en paz con las otras creaciones de Allâh cumpliendo con sus derechos. El Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “La creación es la familia de Allâh, y la mejor persona ante Allâh es aquel que beneficia la creación de Allâh”.
Ibn Abbas (radiallâhu ‘anhuma) dijo que el Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) tenía mucho entusiasmo de que toda la humanidad deba tener Imân. En muchos versos del Sagrado Qurân, Allâh da consuelo al Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y le dice que no se destruya a sí mismo, porque la Guía de la humanidad no está en sus manos y dice también el Altísimo: “Y tal vez te vayas a consumir de pena en pos de ellos si no creen en este relato” [Sûrah Al-Kahf (18), âyah 6].
El Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Un musulmán es aquel que no provoca daño a los otros musulmanes por su lengua ni por sus manos”. Dijo también (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Aquel que levanta su arma contra nosotros, no es de los nuestros”. Dijo también (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Aquel que nos engaña, no es de los nuestros”. Y dijo también (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Los creyentes que más completo tienen su Imân son los que poseen el mejor carácter”.
El Islam también propaga la paz universal. Allâh dice: “Y unió sus corazones. Aunque hubieras gastado todo cuanto hay en la tierra no habrías conseguido unir sus corazones, sin embargo Allâh los unió. Verdaderamente Él es Irresistible, Sabio” [Sûrah Al-Anfâl (8), âyah 62], y dice también el Altísimo: “Allâh no os prohíbe que tratéis bien y con justicia a los que no os hayan combatido a causa de vuestra creencia ni os hayan hecho abandonar vuestros hogares. Es cierto que Allâh ama a los equitativos” [Sûrah Al-Mumtahanah (60), âyah 8].
El Islam también nos invita a conocernos unos a otros. Dice Allâh: “¡Hombres! Os hemos creado a partir de un varón y de una hembra y os hemos hecho pueblos y tribus distintos para que os reconocierais unos a otros” [Sûrah Al-Huÿurât (49), âyah 13].
El Islam también nos enseña cómo debemos tratar a los no musulmanes. Allâh dice que si el asociador nos pide refugio, debemos dárselo, como fue el caso de Suhail bin Amr, dice Allâh en Qurân: “Y si alguno de los asociadores busca tu protección, recíbelo hasta que haya escuchado la palabra de Allâh y luego hazlo llegar hasta un lugar en el que esté seguro. Eso es porque ellos son gente que no sabe” [Sûrah At-Taubah (9), âyah 6].
Una vez, Asmâ, la hija de Abu Bakr (radiallâhu ‘anhumâ) dijo: “Vino a visitarme mi madre, que no era musulmana. Pregunté al Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) si debía tratarla bien, y él (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) respondió afirmativamente”.
El Islam, también, nos enseña a ayudarnos unos a otros y a abstenernos de la enemistad. Allâh dice en el Qurân: “Y buscad ayuda en la virtud y en el temor (de Allâh), no en la desobediencia ni en la trasgresión. Y temed a Allâh, es cierto que Allâh es Fuerte castigando” [Sûrah Al-Mâidah (5), âyah 3].
Una vez, Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) envió un grupo hacia Naÿd. Ellos capturaron al líder de la gente de Yamâmah, su nombre era Thumâmah bin Uthâl, quien fue mantenido como prisionero en la Mezquita del Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). Thumâmah había declarado la guerra a Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) porque sentía un gran odio por él. Por eso cuando estuvo prisionero en la Mezquita, el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y los sahâbah (radiallâhu ‘anhum) demostraron el Ajlâq del Islam y le dieron un buen trato, además Thumâmah vio como ellos se trataban entre sí. Durante tres días el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) habló con él, y al tercer día fue liberado. Thumâmah se dirigió a un jardín cercano, tomo un baño y regresó donde el Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) diciendo: Ash-hadu anlâ ilâha illallâh wa annaka Rasûlullâh, y agregó: “¡Por Allâh! No había rostro más odiado por mí que tu rostro, pero ahora tu rostro es el rostro más amado para mí sobre la faz de esta tierra. No había Dîn más odiado por mí que tu Dîn, pero ahora, tu Dîn es el más amado por mí. Y no había una ciudad más odiada por mí que tu ciudad, pero ahora tu ciudad es la más querida para mí que todas las ciudades sobre la faz de esta tierra”.
Queridos hermanos, los musulmanes en estos días están sufriendo grandes calamidades. Se podrían dar muchas causas para esta situación, algunos dicen que son el resultado de los planes de nuestros enemigos; otros dirán que es consecuencia de la mala situación económica o del atraso tecnológico de los musulmanes. Todos éstos no son sino síntomas de la enfermedad, pues la verdadera causa de esta lamentable condición es la negligencia de los musulmanes en su práctica religiosa individual y colectiva. Dice Allâh: “¿Por qué cuando os sobrevino un revés, a pesar de que vosotros habíais causado el doble, dijisteis: ¿A qué se debe esto? Se debe a vosotros mismos; ciertamente Allâh tiene poder sobre todas las cosas” [Sûrah Ali ‘Imran (3), âyah 165], y dice también el Altísimo:“Cierto que Allâh no cambia lo que una gente tiene hasta que ellos no han cambiado lo que hay en sí mismos” [Sûrah Ar-Ra’d (13), âyah 11].
Los musulmanes en su historia han pasado por períodos más difíciles que el presente, en cuanto a aflicciones, siendo perseguidos por sus enemigos. Ellos se volvieron sinceramente hacia su religión con Fe y conocimiento. Luego, obtuvieron la seguridad y recuperaron su honor, unidad y bienestar bajo la sombra de la ley Islámica, las heridas fueron curadas y su condición recuperada. En esta época, la calamidad es realmente grande para los musulmanes pero, sigue siendo válida la misma solución que permitió la recuperación de las generaciones precedentes. Culpar a los enemigos del Islam por estas tribulaciones no absuelve a los musulmanes de la responsabilidad que tienen por su propia desgracia. ¿Cómo pretenden los musulmanes que los incrédulos resuelvan sus problemas, cuando ellos mismos fallan en hacerlo a través del Libro de Allâh, la sunnah de su Profeta (sallallâhu 'alaihi wa sallam), y la luz de sus intereses y de las generaciones venideras? La solución para los musulmanes está en Allâh, en sus gobernantes y sabios para que les guíen y les enseñen lo bueno, ordenándoles que cumplan con ello y que se aparten del mal en todo lo concerniente a su vida y religión. Esta es una gran responsabilidad que requiere de una voluntad fuerte y sincera.
Allâh menciona estas cualidades en el Sagrado Qurân y dice: “Los siervos del Misericordioso son aquéllos que caminan por la tierra humildemente y que cuando los ignorantes les dirigen la palabra, dicen: Paz. Y los que pasan la noche postrados y en pie, por su Señor. Y los que dicen: ¡Señor nuestro! Aparta de nosotros el castigo de Yahannam; realmente su castigo es un tormento permanente. Y es un mal hospedaje y una mala residencia. Y aquéllos que cuando gastan ni derrochan ni son avaros, sino un término medio entre ambas cosas. Y los que no invocan junto a Allâh a ningún otro dios ni matan a nadie que Allâh haya hecho inviolable a menos que sea con derecho; ni fornican, pues quien lo haga, encontrará la consecuencia de su falta. El Día del Levantamiento le será doblado el castigo y en él será inmortal, envilecido. Excepto quien se vuelva atrás, crea y obre rectamente, a ésos Allâh les sustituirá sus malas acciones por buenas. Allâh es Perdonador y Compasivo. Y quien se vuelva atrás y actúe rectamente, se habrá vuelto verdaderamente a Allâh. Los que no prestan atención a la mentira y cuando pasan junto a la frivolidad lo hacen con nobleza. Y aquéllos que cuando se les mencionan los signos de su Señor no pretenden que ni los oyen ni los ven. Y los que dicen: ¡Señor nuestro! Concédenos en nuestras esposas descendencia y frescura de ojos y haznos un modelo para los que tienen temor (de Allâh). Esos tendrán como recompensa la Estancia más alta porque fueron pacientes. Y serán recibidos con saludo y paz. Allí serán inmortales. ¡Qué hermosa morada y lugar de permanencia! Di: ¿Qué atención os iba a prestar Mi Señor de no ser por vuestra súplica? Pero habéis negado la verdad y (el castigo) será inseparable (de vosotros)”[Sûrah Al-Furqân (25), âyât 63 a 77].
Abu Dhar (radiallâhu ‘anhu) narró que el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo en un Hadîth Qudsi (un dicho Sagrado de Allâh) que Allâh Subhanahu wa Ta‘âlâ ha dicho: “¡Oh siervos míos! Ciertamente me he prohibido la injusticia, y la he prohibido entre vosotros, así que no seáis injustos unos con otros. ¡Oh siervos míos! todos estáis extraviados, salvo a quien yo guío, así que pedidme la guía que os guiaré. ¡Oh siervos míos! Todos estáis hambrientos, salvo a quien he dado de comer, así que pedidme alimento que os alimentaré. ¡Oh siervos míos! Todos estáis desnudos salvo a quien he vestido. ¡Así que pedidme vestimenta! que os vestiré. ¡Oh siervos míos! Cometéis errores noche y día, y yo os perdono todos ellos, ¡Así que pedidme perdón! que he de perdonaros. ¡Oh siervos míos! No alcanzaréis perjuicio con el cual podáis perjudicarme, ni alcanzaréis beneficio con el cual podáis beneficiarme. ¡Oh siervos míos! Si el primero de vosotros y el último, los humanos y los genios, fueran tan piadosos como el corazón del más piadoso, no añadiría esto nada a mi reino. ¡Oh siervos míos! Si el primero de vosotros y el último, los humanos y los genios, fueran tan corruptos como el corazón del más corrupto, no disminuiría esto en nada a mi reino. ¡Oh siervos míos! Si el primero de vosotros y el último, humanos y genios, se reuniesen en un mismo lugar, pidiéndome y yo otorgándoles a cada uno su petición, no decrecería lo que poseo, así como no decrece (el nivel de) el mar si una aguja es introducida en él. ¡Oh siervos míos! Ciertamente, son vuestras obras, las que os computo, y luego os las recompensaré. Quien encuentre bien que alabe a Allâh, y quien encuentre lo contrario que no reproche por ello sino a sí mismo”. Esta hadîth es una base del Islam y uno de los sustentos del Dîn completo.
Dice Allâh: “Quien obre con rectitud lo hará en su propio bien, y quien obre mal lo hará en contra de sí mismo; tu Señor no es injusto con los siervos” [Sûrah Fussilat (41), âyah 46]. Dice también el Altísimo: “Pero quien practique las acciones de rectitud y sea creyente que no tema injusticia ni menoscabo” [Sûrah Ta Ha (20), âyah 112].
Hermanos y hermanas, roguemos a Allâh para que el verdadero significado de la Paz entre el corazón de cada ser humano; roguémosle también para que Su Paz impere en cada lugar de esta tierra; y roguémosle también para que proteja a cada musulmán que vive en paz con Allâh, con su Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), con la humanidad y con cada criatura de Allâh. Âmîn.
Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh
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Somos Musulmanes somos latinos

domingo, 25 de enero de 2015

Detalles de la vida del Profeta Mûsa ('alaihis-salam)

Jutbah Semanal



                                                                                                                                      Viernes 16 de Enero de 2015
Ÿumu‘ah, 25 de Rabi‘ul-Auwal de 1436
En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos guiado al Camino Recto, habernos honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Que Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, aquel que transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por orden de Su Señor. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.
Hermanos y hermanas, en la Jutbah de hoy  conoceremos detalles sobre la vida del Profeta Musa ('alaihis-salâm):
Dice Allâh en el Sagrado Qurân: “Te narramos parte de la verdadera historia de Musa y de Fira’ûn, para [que se beneficien] quienes creen. Por cierto que Fira’ûn fue un tirano en la Tierra. Dividió a sus habitantes en clases y esclavizó a un grupo de ellos [Bani Israîl], degollando a sus hijos varones y dejando con vida a las mujeres; por cierto que fue un corruptor” [Sûrah Al-Qasas (28), âyât 3 y 4].
Nada está oculto para Allâh. Dice también Allâh: “Él posee las llaves de lo oculto y nadie más que Él las conoce. Sabe lo que hay en la tierra y en el mar. No hay hoja que caiga que Él no lo sepa, ni grano en el seno de la tierra, o algo que esté verde o seco sin que se encuentre registrado en un libro evidente” [Sûrah Al-Anfâl (6), âyah 59].
Allâh dice también: “Y tanto si guardáis en secreto lo que decís como si lo divulgáis... Él es Conocedor de lo que encierran los pechos” [Sûrah Al-Mulk (67), âyah 13]. Y dice también: “Y recuerda [¡Oh, Muhammad!] cuando se confabularon contra ti los incrédulos para capturarte, matarte o expulsarte [de tu territorio]. Se confabularon y Allâh decidió castigarles, porque Allâh es Quien mejor desbarata los planes [de Sus enemigos]” [Sûrah Al-Anfâl (8), âyah 30]. Por su parte Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) nos transmitió lo que Allâh ha dicho en un Hadîth Qudsi: “Yo trato a mi siervo de acuerdo con lo que él espera de Mí”.
En el Islam, El Profeta Musa (‘alaihis-salâm) es amado y respetado, él es tanto profeta como mensajero. Allâh lo menciona más de 120 veces en el Qurân, y su historia está repartida por varias sûras. Es la historia más larga y detallada de un profeta en el Qurân y se analiza con gran detalle. La historia de Musa ('alaihis-salâm) contiene muchas lecciones para la humanidad. Allâh dice que el relato de Musa y Fira’ûn en el Qurân es verdadero.
Musa ('alaihis-salâm) nació en uno de los momentos más políticamente cargados de la historia. Fira’ûn, el rey de Egipto era la figura de poder dominante en la tierra. Era tan increíblemente poderoso que se refería a sí mismo como a un dios, y nadie estaba en condiciones de disputar esto. Él dijo: “Y convocó [a su ejército] y exclamó: Yo soy vuestro Señor supremo” [Sûrah An-Nâzi‘ât (79), âyah 24].
El pueblo de Egipto estaba muy influenciado por los sueños y sus interpretaciones. Fira’ûn soñó que uno de Bani Israîl crecía hasta la edad adulta y se apoderaba de su trono. Fiel a su papel, Fira’ûn reaccionó con arrogancia y dio la orden de que todos los niños varones nacidos entre Bani Israîl fueran asesinados. Hay lecciones para la humanidad a lo largo de la historia de Musa ('alaihis-salâm), que no sólo se aprenden después de su profecía, sino que se encuentran incluso cuando era un recién nacido. El comportamiento de su piadosa madre nos da muchas lecciones que son importantes aún hoy día.
Musa ('alaihis-salâm) nació en un año en el que los hijos de la gente de Bani Israîl eran asesinados en el instante en que nacían. Imaginen el sentimiento de temor que impregnaba todos los aspectos de la vida en esas condiciones. El embarazo ya no era un evento a celebrar y apreciar, sino una fuente de miedo e inseguridad. La madre de Musa ('alaihis-salâm) era una mujer recta, piadosa y temerosa de Allâh, por lo tanto, en su hora de necesidad se volvió hacia Allâh y Él le inspiró sus próximas acciones:“Inspiramos a la madre de Musa [y le dijimos]: Amamántalo, y cuando temas por él déjalo [en un cesto de mimbre] en el río. Y no temas ni te entristezcas, porque ciertamente te lo devolveremos y haremos de él un Mensajero” [Sûrah Al-Qasas (28), âyah 7].
La madre de Musa acababa de pasar sus últimos meses ocultando su embarazo por temor a que su hijo fuera condenado a muerte, y ahora que lo sostiene contra su pecho Allâh le inspira que lo arroje al río; no a un suave manantial, sino al río Nilo, un enorme río con una corriente caudalosa. Su reacción inicial debe haber sido que tal acción le estaría condenando a una muerte segura. La madre de Musa ('alaihis-salâm) puso su confianza en Allâh. “Y no temas ni te entristezcas, porque ciertamente te lo devolveremos…”. Hizo una canasta a prueba de agua, puso en su interior a su pequeño hijo y la arrojó al río. Ibn Kathîr (rahmatullâhi ‘alaihi) comentó que en cuanto la canasta tocó el agua, la corriente pasó de rabiosa a tranquila y suave, meciendo la canasta silenciosamente aguas abajo. La hermana de Musa ('alaihis-salâm) fue instruida por su madre para que se deslizara en silencio a través de las cañas y siguiera a la cesta en su viaje.
La canasta con su preciosa carga bajó por el río Nilo, pasando desapercibida por casas, botes y personas, hasta que se detuvo en el palacio de Fira’ûn. La hermana de Musa ('alaihis-salâm) observó temerosa cómo alguien de la familia de Fira’ûn sacaba la cesta del río. El pequeño Musa fue lanzado al río para escapar de una muerte segura y ahora su lugar de descanso es el palacio de Fira’ûn. Esto sin duda es demasiado para una madre, sin embargo los eventos que estaban a punto de desarrollarse demostrarían que la Promesa de Allâh es verdadera. “y sabed que Allâh siempre le dará una salida a quien Le tema, Y le sustentará de donde menos lo espera. Y quien se encomiende a Allâh, sepa que Él le será suficiente y que Allâh siempre hace que se ejecuten Sus órdenes. Ciertamente Él ha establecido a cada cosa su justa medida” [Sûrah At-Talâq (65), âyât 2 y 3).
El bebé Musa fue llevado a Âsiah, la esposa de Fira’ûn. Âsiah, en contraste con su arrogante y orgulloso marido, era una mujer justa y misericordiosa. Allâh abrió su corazón y Âsiah miró de abajo a arriba al pequeño bebé sintiéndose superada por su amor hacia él. La pareja real no pudo concebir un hijo y este pequeño niño despertó sus instintos maternales. Âsiah le apretó contra su pecho y le pidió a su marido que aceptara al niño en la familia. Posiblemente, en contra de su mejor juicio, Fira’ûn aceptó al niño que fue parte del plan de Allâh para derribar la casa real. Lejos de abandonarlo, Allâh puso a Musa ('alaihis-salâm) como hijo real de Egipto, y le brindó el mayor apoyo humano en la tierra. Âsiah y Fira’ûn ahora tenían un hijo, que estaba protegido por la misma persona que había tratado de matarlo.“Hicimos que lo recogiera la gente de Fir’aûn para que [sin saberlo] se convirtiera en su enemigo y fuese un pesar para ellos. Por cierto que  Fir’aûn, Hâmân y sus huestes eran pecadores. La mujer de  Fir’aûn dijo: [Este niño] Será mi alegría y la tuya, no le matéis. Puede que nos beneficie. ¡Adoptémoslo! Y ellos no presentían [que él sería su destrucción]” [Sûrah Al-Qasas (28), âyât 8 y 9].
Âsiah convocó a las nodrizas al palacio, pero el pequeño niño se negó a ser amamantado. Esto fue causa de una gran angustia, en esos días no había fórmulas ni suplementos para ofrecerle al bebé. En esa etapa el palacio real estaba en crisis, las mujeres de la familia estaban quejándose sobre Âsiah y su bebé recién nacido, de modo que nadie se dio cuenta de la presencia de la hermana de Musa ('alaihis-salâm) entre los sirvientes. Ella reunió todo su coraje y dio un paso adelante ofreciendo una solución. Dijo que sabía de una mujer que amamantaría al niño con cariño. ¿Por qué la familia real tomaría el consejo de una niña desconocida, sino para cumplir con el plan de Allâh? Le ordenaron a la hermana de Musa que se apresurara en buscar y llevar a la mujer.
“No permitimos que ninguna nodriza pudiera amamantarlo. Dijo [la hermana de Musa]: ¿Acaso queréis que os indique una familia que puede encargarse de cuidarlo y aconsejarlo para su bien?”[Sûrah Al-Qasas (28), âyah 12]. Madre e hija no perdieron tiempo en regresar al palacio. Cuando Musa ('alaihis-salâm) fue entregado a su verdadera madre, se acomodó de inmediato y comenzó a alimentarse. Según Ibn Kathir, la familia -incluyendo al propio Fira’ûn- quedó atónita. Fira’ûn preguntó a la mujer quién era ella, y ella respondió: “Soy una mujer de leche dulce y dulce aroma, y ningún niño se me niega”. Fira’ûn aceptó esta respuesta, y entonces Musa ('alaihis-salâm) volvió a los brazos de su madre y se crio en el palacio como un príncipe de Egipto. “Y así se lo devolvimos a su madre como nodriza para que se alegrara y no se entristeciera demasiado por la separación, y para que supiera que lo que Allâh promete se cumple; pero la mayoría [de los hombres] lo ignoran”
En los primeros 45 versículos de la Sûrah 28 del Qurân, llamada Al-Qasas (El Relato), se centra sólo en la historia de Musa ('alaihis-salâm). Es de aquí que aprendemos sobre la fuerza y la piedad de su madre, y cómo Allâh recompensó su rectitud y su confianza en Él devolviéndole a su hijo. Su carácter y su físico son descritos como fuertes. “Cuando se convirtió en adulto le concedimos conocimiento y sabiduría. Así es como retribuimos a quienes son benefactores” [Sûrah Al Qasas (28), âyah 14].
Mientras Musa ('alaihis-salâm) caminaba a través del desierto, en una noche fría y oscura, vio lo que parecía ser un fuego encendido en la distancia. Le dijo a su familia que esperaran. Tenía la esperanza de recibir orientación o bien de poder llevar un poco de fuego para calentar a su familia. Sin saberlo, Musa ('alaihis-salâm) estaba a punto de participar en una de las conversaciones más sorprendentes de la historia. Caminó hacia el fuego, y mientras lo hacía, escuchó una voz. Relata el Qurân: “Cuando llegó a él, una voz le llamó: ¡Bendito sea quien esté donde el fuego y a su alrededor y glorificado sea Allâh, Señor del Universo! ¡Oh, Musa! Yo soy Allâh, Poderoso, Sabio” [Sûrah An-Naml (27) âyât 8 y 9)].
Allâh le habló a Musa ('alaihis-salâm), le pidió a Musa que se quitara los zapatos, por lo que se quedó de pie asustado. Allâh le reveló a Musa que había sido elegido para una misión especial y le pidió que escuchara lo que estaba a punto de decir. “Ciertamente Yo soy Allâh, y no hay más divinidad que Yo. Adórame, pues, y haz la oración para tenerme presente en tu corazón. Y por cierto que el Día de la Resurrección es indubitable, y nadie salvo Allâh sabe cuándo llegará. Ese día todos los hombres recibirán la recompensa o el castigo que se merezcan por sus obras. No te dejes seducir por quienes no creen en ella y siguen sus pasiones, porque serás de los que pierdan” [Sûrah Ta Ha (20), âyât 14 a 16].
Musa ('alaihis-salâm) sostenía un palo o bastón en su mano. Allâh le habló y le preguntó qué era ese bastón. Musa ('alaihis-salâm) respondió: “Es mi vara. Me sirve de apoyo, y con ella vareo los árboles para que mi ganado coma de su follaje; además de otros usos” [Sûrah Ta Ha (20), âyah 18]. Musa ('alaihis-salâm) conocía muy bien su bastón, sabía que no tenía cualidades milagrosas. Allâh le pidió a Musa que lo tirara al suelo y cuando lo hizo, empezó a deslizarse y agitarse. La vara se había transformado en una serpiente. Musa tuvo miedo, giró sobre sus talones y echó a correr. Es una inclinación humana natural temer a lo desconocido y lo extraño, pero Allâh quería eliminar este miedo del corazón de Musa ('alaihis-salâm). Estaba a punto de embarcarse en una misión difícil y era importante que comenzara con una completa confianza en que Allâh lo protegería, sabiendo que no había razón alguna para tener miedo. “Arroja tu vara. Y cuando la vio moverse como si fuera una serpiente, se dio vuelta y huyó sin mirar atrás. [Dijo Allâh:] ¡Oh, Musa! Acércate y no temas. Ciertamente tú eres de los que están protegidos” [Sûrah Al Qasas (28), âyah 31]. Entonces Allâh le dijo a Musa ('alaihis-salâm) que pusiera su mano en su axila, así le reveló otra señal de su grandeza y omnipotencia. Señales que Musa ('alaihis-salâm) necesitaría en su próxima misión, pruebas para aquellos que son desobedientes y rebeldes. “E introduce tu mano por el cuello de tu túnica y saldrá blanca y resplandeciente, sin tener ningún mal; y lleva tu mano al pecho cuando quieras vencer el temor. Éstos son dos milagros de tu Señor para Fira’ûn y su nobleza. Por cierto que ellos están descarriados” [Sûrah Al Qasas (28), âyah 32].
Allâh quiso enviar a Musa ('alaihis-salâm) ante Fira’ûn. El hombre que más temía, el hombre que Musa pensaba de seguro le quitaría la vida. Su corazón se encogió de miedo, pero Allâh lo tranquilizó. En una noche oscura, a la sombra del Monte Tur, Allâh le confirió la profecía a Musa ('alaihis-salâm). Su primera orden fue que buscara a Fira’ûn. “Ve ante Fira’ûn, pues se ha extralimitado. Dijo [Musa]: ¡Oh, Señor mío! Abre mi corazón [disponiéndolo para que pueda recibir la profecía], facilítame mi misión, haz que pueda expresarme correctamente para que comprendan mi mensaje, Asígname de mi familia para que me ayude [en la transmisión del Mensaje] a mi hermano Aarón, fortaléceme con él, y asóciale en mi misión [y desígnalo Mensajero igual que a mí], para que Te glorifiquemos y Te recordemos mucho. Por cierto que Tú bien sabes nuestra necesidad de Ti. Dijo [Allâh]: Te ha sido concedido lo que pides ¡Oh, Musa! Y por cierto que anteriormente también te agraciamos, cuando le inspiramos a tu madre [y le dijimos]: Ponlo en un cesto y déjalo en el río, que éste lo llevará hasta una orilla y será recogido por un enemigo Mío y suyo [Fira’ûn]. Y por cierto que infundimos en ellos [Fira’ûn y su gente] amor por ti, y creciste bajo Nuestra observancia [y protección]. Cuando tu hermana, que seguía tus rastros, le dijo [a Fira’ûn, al ver que ninguna nodriza podía amamantarte]: ¿Acaso queréis que os indique alguien que puede encargarse de cuidarlo? Y así te devolvimos a tu madre para que se alegrara y no se entristeciera. Y cuando mataste a un hombre [del pueblo de Fira’ûn] te salvamos de que tomaran represalias contigo, y así te probamos de distintas maneras. Y luego de permanecer unos años en Madiân regresaste por decreto Nuestro ¡Oh, Musa! Y ciertamente te he elegido [para que seas uno de Mis Mensajeros]. Id tú y tu hermano con Mis signos, y no dejéis de recordarme. Presentaos ante Fira’ûn, pues se ha extralimitado, y habladle cortésmente, para que así recapacite o tema a Allâh y se arrepienta. Dijeron: ¡Oh, Señor nuestro! Tememos que nos reprima y se propase con nosotros. Dijo [Allâh]: No temáis, pues Yo estoy con vosotros escuchando y observando todo. Id ante él y decidle: Somos Mensajeros enviados por tu Señor para que dejes ir con nosotros a Bani Israîl, y no los tortures. Por cierto que hemos venido con un signo de tu Señor, y quien siga la guía estará a salvo. Nos ha sido revelado que quien desmienta [el Mensaje que hemos traído] y vuelva la espalda será castigado” [Sûrah Ta Ha (20), âyât 25 a 48].
Esta breve conversación cambió la vida de Musa ('alaihis-salâm). Le enseñó lecciones sobre sí mismo, sobre su mundo, sobre la naturaleza de la humanidad, y más importante aún, sobre la naturaleza de Allâh. Hoy día, sigue enseñando lecciones importantes a la humanidad. Sobre una base diaria, las palabras del Qurân cambian vidas. Las lecciones aprendidas en la historia de Musa ('alaihis-salâm) son tan relevantes hoy día como lo fueron hace miles de años.
Al conocer la historia de Musa ('alaihis-salâm) hasta el momento, hemos aprendido el plan de los seres humanos y el esquema, pero el pan de Allâh puede vencer cualquier triunfo, prueba o ensayo. La historia de Musa ('alaihis-salâm) nos ha enseñado que no hay alivio en los tormentos de este mundo excepto con el recuerdo y la cercanía de Allâh.
La historia de Musa ('alaihis-salâm) nos enseña que Allâh puede sustituir la debilidad con fortaleza y el fracaso con victoria, y que Allâh apoya a los justos a partir de fuentes inimaginables. Ahora bien, ya que Allâh confirió la profecía a Musa ('alaihis-salâm) y a su hermano Harûn ('alaihis-salâm), aprendemos el verdadero significado de la hermandad y el verdadero significado de por qué la elección de compañeros rectos puede ser la llave del Paraíso.
Musa ('alaihis-salâm) quería que su hermano fuera su compañero en la profecía y en esta peligrosa misión para hacerle frente a Fira’ûn, debido a que Harûn era fuerte y honesto, y también un orador elocuente y persuasivo. Siempre que una persona se encuentra unido a su hermano en un propósito común, unidos en su adoración a Allâh, unidos en la rectitud, ambos son imbatibles, incluso frente al enemigo más formidable.
Ibn Kathir comentó que Musa y Harun ('alaihimus-salâm) fueron juntos con Fira’ûn y le entregaron su mensaje. Musa ('alaihis-salâm) le habló a Fira’ûn sobre Allâh, Su Misericordia y Su Paraíso, y sobre la obligación de la humanidad de adorar sólo a Allâh.  Fir’aûn no quiso escucharlos al contrario anuncio la guerra contra ellos.
Se dirigió un hombre a Musa ('alaihis-salâm) y le dijo: “Frente a nosotros hay una barrera infranqueable, el mar, y detrás está el ejército; ¡sin duda no podemos evitar la muerte!” Musa no se dejó llevar por el pánico, permaneció de pie en silencio y esperó que Allâh mantuviera Su promesa de liberar a Bani Israîl. Hicimos que Bani Israîl cruzaran el mar. Y los persiguieron Fira’ûn y su ejército injustamente, empujados por el odio. Y cuando [Fira’ûn] sintió que se ahogaba indefectiblemente dijo: Creo en una única divinidad como lo hace Bani Israîl, y a Él me someto. ¿Recién ahora crees, luego de haber desobedecido y haberte contado entre los corruptores? Conservaremos tu cuerpo y te convertirás en un signo para que las generaciones que te sucedan reflexionen. Por cierto que muchos de los hombres son indiferentes a Nuestros signos” [Sûrah Yûnus (10), âyât 90 y 92].
Salieron bajo el amparo de la oscuridad, llevando sus escasas pertenencias, y se dirigieron por el desierto hacia el Mar Rojo. Cuando llegaron al mar, el ejército de Fira’ûn los perseguía de cerca, el pueblo de Musa ('alaihis-salâm) podía ver el polvo levantado por el ejército acercándose. Miraron al mar frente a ellos y se sintieron atrapados. Por voluntad y con permiso de Allâh, Musa ('alaihis-salâm) golpeó el mar con su vara y éste se abrió revelando un camino. Todos caminaron por el lecho marino. Cuando la última persona cruzó a salvo, el mar volvió a su lugar y ahogó al ejército de Egipto, incluyendo al tirano Fir’aûn.
En un hadîth del Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), se cuenta la muerte del Profeta Musa ('alaihis-salâm): “El ángel de la muerte fue enviado a Musa. Cuando llegó, Musa le dio un puñetazo en el ojo. El ángel regresó a su Señor diciendo: “Me has enviado a un siervo que no desea morir”. Allâh dijo: “Regresa con él y dile que ponga su mano sobre el lomo de un buey y que por cada pelo que quede bajo ella, le otorgaré un año de vida”. Musa dijo: “¡Oh Señor!, ¿qué pasará después?” Allâh contestó: “Morirás”. Musa dijo: “¡Que la muerte llegue ya!”.
La historia de Musa ('alaihis-salâm) nos recuerda que Allâh es el Más Sabio. La frágil vida del ser humano puede contener mucha alegría y risas, pero a veces nos vemos acosados por las pruebas, las tragedias y las calamidades que aparentemente no tienen sentido. Como creyentes, debemos creer que todo lo que Allâh decreta, surge de Su Sabiduría Suprema y Absoluta.
Hermanos y hermanas, roguemos a Allâh para que nos conceda la capacidad de aprender y tomar lecciones de estas valiosas enseñanzas. Âmîn.
Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh
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