jueves, 29 de enero de 2015

¿Por qué nosotros los musulmanes debemos vivir en paz?


En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos guiado al Camino Recto, habernos honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Que Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, aquel que transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por orden de Su Señor. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.
Hermanos y hermanas, hoy nos invita a reflexionar en torno a ¿Por qué nosotros los musulmanes debemos vivir en paz?
Salâm (Paz) es uno de los hermosos nombres de Allâh. Allâh dice en el Sagrado Qurân: “Él es Allâh, Quien no hay dios sino El, el Rey, el Purísimo, la Paz, el que da Seguridad, el Vigilante, el Irresistible, el Compulsivo, el Soberbio. ¡Gloria a Allâh por encima de lo que asocian!” [Sûrah Al-Hashr (59), âyah 23].
Allâh llama al Paraíso, Dârus-Salâm, la Morada de la Paz, y Allâh invita a toda la humanidad hacia ella. Dice Allâh en el Qurân: “Y Allâh invita a la Morada de la Paz y guía a quien quiere al camino recto”. Allâh hizo Dârus-Salâm para aquellos que son humildes y no propagan la corrupción. Dice Allâh: “Esa es la Morada de la Última Vida que concedemos a quienes no quieren ser altivos en la tierra ni corromper. Y el buen fin es para los que tienen temor (de Allâh)” [Sûrah Al-Qasas (28), âyah 83]. Dice también Allâh: “¿Y qué mejor palabra que la de aquel que llama (a los demás) a Allâh, obra con rectitud y dice: Yo soy de los musulmanes? No son iguales la bondad y la maldad; responde con la mejor actitud y aquel con el que tenías enemistad será un amigo ardiente. Pero esto no lo consiguen sino los que tienen paciencia, no lo consigue sino el dotado de una suerte inmensa” [Sûrah Al-Fussilat (41), âyât 33 a 35].
Narraron Abû Dharr y Mu‘âdh Ibnu Ÿabal (radiallâhu ‘anhumâ) que el Enviado de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Ten temor de Allâh donde quiera que te encuentres. Si cometes un pecado, haz inmediatamente una buena acción que borre la falta anterior, y compórtate con la gente de la mejor manera” [At-Tirmidhî].
Debemos vivir en paz con Allâh obedeciéndolo. Dice Allâh en el Sagrado Qurân: “Si las gentes de las ciudades hubieran creído y se hubieran guardado, les habríamos abierto las bendiciones del cielo y de la tierra” [Sûrah Al-A’raf (7), âyah 96]; debemos vivir en Paz con los Profetas siguiendo sus maravillosos ejemplos, al respecto dice Allâh también en el Qurân: “Esos son a los que Allâh ha guiado: ¡Déjate llevar por su guía! Di: No os pido ningún pago por ello, no es sino un recuerdo para los mundos” [Sûrah Al-An‘âm (6), âyah 90]; debemos vivir en paz con la gente en general respetándolos. El Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Compórtate con la gente de la mejor manera”; debemos vivir en paz con los animales cuidándolos y no maltratándolos. El Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo una vez a sus compañeros: “Tengan temor de Allâh en cuanto a los tratos con sus animales, ciertamente Allâh les preguntara sobre esto”; debemos vivir en paz con las otras creaciones de Allâh cumpliendo con sus derechos. El Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “La creación es la familia de Allâh, y la mejor persona ante Allâh es aquel que beneficia la creación de Allâh”.
Ibn Abbas (radiallâhu ‘anhuma) dijo que el Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) tenía mucho entusiasmo de que toda la humanidad deba tener Imân. En muchos versos del Sagrado Qurân, Allâh da consuelo al Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y le dice que no se destruya a sí mismo, porque la Guía de la humanidad no está en sus manos y dice también el Altísimo: “Y tal vez te vayas a consumir de pena en pos de ellos si no creen en este relato” [Sûrah Al-Kahf (18), âyah 6].
El Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “Un musulmán es aquel que no provoca daño a los otros musulmanes por su lengua ni por sus manos”. Dijo también (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Aquel que levanta su arma contra nosotros, no es de los nuestros”. Dijo también (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Aquel que nos engaña, no es de los nuestros”. Y dijo también (sallallâhu ‘alaihi wa sallam): “Los creyentes que más completo tienen su Imân son los que poseen el mejor carácter”.
El Islam también propaga la paz universal. Allâh dice: “Y unió sus corazones. Aunque hubieras gastado todo cuanto hay en la tierra no habrías conseguido unir sus corazones, sin embargo Allâh los unió. Verdaderamente Él es Irresistible, Sabio” [Sûrah Al-Anfâl (8), âyah 62], y dice también el Altísimo: “Allâh no os prohíbe que tratéis bien y con justicia a los que no os hayan combatido a causa de vuestra creencia ni os hayan hecho abandonar vuestros hogares. Es cierto que Allâh ama a los equitativos” [Sûrah Al-Mumtahanah (60), âyah 8].
El Islam también nos invita a conocernos unos a otros. Dice Allâh: “¡Hombres! Os hemos creado a partir de un varón y de una hembra y os hemos hecho pueblos y tribus distintos para que os reconocierais unos a otros” [Sûrah Al-Huÿurât (49), âyah 13].
El Islam también nos enseña cómo debemos tratar a los no musulmanes. Allâh dice que si el asociador nos pide refugio, debemos dárselo, como fue el caso de Suhail bin Amr, dice Allâh en Qurân: “Y si alguno de los asociadores busca tu protección, recíbelo hasta que haya escuchado la palabra de Allâh y luego hazlo llegar hasta un lugar en el que esté seguro. Eso es porque ellos son gente que no sabe” [Sûrah At-Taubah (9), âyah 6].
Una vez, Asmâ, la hija de Abu Bakr (radiallâhu ‘anhumâ) dijo: “Vino a visitarme mi madre, que no era musulmana. Pregunté al Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) si debía tratarla bien, y él (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) respondió afirmativamente”.
El Islam, también, nos enseña a ayudarnos unos a otros y a abstenernos de la enemistad. Allâh dice en el Qurân: “Y buscad ayuda en la virtud y en el temor (de Allâh), no en la desobediencia ni en la trasgresión. Y temed a Allâh, es cierto que Allâh es Fuerte castigando” [Sûrah Al-Mâidah (5), âyah 3].
Una vez, Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) envió un grupo hacia Naÿd. Ellos capturaron al líder de la gente de Yamâmah, su nombre era Thumâmah bin Uthâl, quien fue mantenido como prisionero en la Mezquita del Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). Thumâmah había declarado la guerra a Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) porque sentía un gran odio por él. Por eso cuando estuvo prisionero en la Mezquita, el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y los sahâbah (radiallâhu ‘anhum) demostraron el Ajlâq del Islam y le dieron un buen trato, además Thumâmah vio como ellos se trataban entre sí. Durante tres días el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) habló con él, y al tercer día fue liberado. Thumâmah se dirigió a un jardín cercano, tomo un baño y regresó donde el Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) diciendo: Ash-hadu anlâ ilâha illallâh wa annaka Rasûlullâh, y agregó: “¡Por Allâh! No había rostro más odiado por mí que tu rostro, pero ahora tu rostro es el rostro más amado para mí sobre la faz de esta tierra. No había Dîn más odiado por mí que tu Dîn, pero ahora, tu Dîn es el más amado por mí. Y no había una ciudad más odiada por mí que tu ciudad, pero ahora tu ciudad es la más querida para mí que todas las ciudades sobre la faz de esta tierra”.
Queridos hermanos, los musulmanes en estos días están sufriendo grandes calamidades. Se podrían dar muchas causas para esta situación, algunos dicen que son el resultado de los planes de nuestros enemigos; otros dirán que es consecuencia de la mala situación económica o del atraso tecnológico de los musulmanes. Todos éstos no son sino síntomas de la enfermedad, pues la verdadera causa de esta lamentable condición es la negligencia de los musulmanes en su práctica religiosa individual y colectiva. Dice Allâh: “¿Por qué cuando os sobrevino un revés, a pesar de que vosotros habíais causado el doble, dijisteis: ¿A qué se debe esto? Se debe a vosotros mismos; ciertamente Allâh tiene poder sobre todas las cosas” [Sûrah Ali ‘Imran (3), âyah 165], y dice también el Altísimo:“Cierto que Allâh no cambia lo que una gente tiene hasta que ellos no han cambiado lo que hay en sí mismos” [Sûrah Ar-Ra’d (13), âyah 11].
Los musulmanes en su historia han pasado por períodos más difíciles que el presente, en cuanto a aflicciones, siendo perseguidos por sus enemigos. Ellos se volvieron sinceramente hacia su religión con Fe y conocimiento. Luego, obtuvieron la seguridad y recuperaron su honor, unidad y bienestar bajo la sombra de la ley Islámica, las heridas fueron curadas y su condición recuperada. En esta época, la calamidad es realmente grande para los musulmanes pero, sigue siendo válida la misma solución que permitió la recuperación de las generaciones precedentes. Culpar a los enemigos del Islam por estas tribulaciones no absuelve a los musulmanes de la responsabilidad que tienen por su propia desgracia. ¿Cómo pretenden los musulmanes que los incrédulos resuelvan sus problemas, cuando ellos mismos fallan en hacerlo a través del Libro de Allâh, la sunnah de su Profeta (sallallâhu 'alaihi wa sallam), y la luz de sus intereses y de las generaciones venideras? La solución para los musulmanes está en Allâh, en sus gobernantes y sabios para que les guíen y les enseñen lo bueno, ordenándoles que cumplan con ello y que se aparten del mal en todo lo concerniente a su vida y religión. Esta es una gran responsabilidad que requiere de una voluntad fuerte y sincera.
Allâh menciona estas cualidades en el Sagrado Qurân y dice: “Los siervos del Misericordioso son aquéllos que caminan por la tierra humildemente y que cuando los ignorantes les dirigen la palabra, dicen: Paz. Y los que pasan la noche postrados y en pie, por su Señor. Y los que dicen: ¡Señor nuestro! Aparta de nosotros el castigo de Yahannam; realmente su castigo es un tormento permanente. Y es un mal hospedaje y una mala residencia. Y aquéllos que cuando gastan ni derrochan ni son avaros, sino un término medio entre ambas cosas. Y los que no invocan junto a Allâh a ningún otro dios ni matan a nadie que Allâh haya hecho inviolable a menos que sea con derecho; ni fornican, pues quien lo haga, encontrará la consecuencia de su falta. El Día del Levantamiento le será doblado el castigo y en él será inmortal, envilecido. Excepto quien se vuelva atrás, crea y obre rectamente, a ésos Allâh les sustituirá sus malas acciones por buenas. Allâh es Perdonador y Compasivo. Y quien se vuelva atrás y actúe rectamente, se habrá vuelto verdaderamente a Allâh. Los que no prestan atención a la mentira y cuando pasan junto a la frivolidad lo hacen con nobleza. Y aquéllos que cuando se les mencionan los signos de su Señor no pretenden que ni los oyen ni los ven. Y los que dicen: ¡Señor nuestro! Concédenos en nuestras esposas descendencia y frescura de ojos y haznos un modelo para los que tienen temor (de Allâh). Esos tendrán como recompensa la Estancia más alta porque fueron pacientes. Y serán recibidos con saludo y paz. Allí serán inmortales. ¡Qué hermosa morada y lugar de permanencia! Di: ¿Qué atención os iba a prestar Mi Señor de no ser por vuestra súplica? Pero habéis negado la verdad y (el castigo) será inseparable (de vosotros)”[Sûrah Al-Furqân (25), âyât 63 a 77].
Abu Dhar (radiallâhu ‘anhu) narró que el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo en un Hadîth Qudsi (un dicho Sagrado de Allâh) que Allâh Subhanahu wa Ta‘âlâ ha dicho: “¡Oh siervos míos! Ciertamente me he prohibido la injusticia, y la he prohibido entre vosotros, así que no seáis injustos unos con otros. ¡Oh siervos míos! todos estáis extraviados, salvo a quien yo guío, así que pedidme la guía que os guiaré. ¡Oh siervos míos! Todos estáis hambrientos, salvo a quien he dado de comer, así que pedidme alimento que os alimentaré. ¡Oh siervos míos! Todos estáis desnudos salvo a quien he vestido. ¡Así que pedidme vestimenta! que os vestiré. ¡Oh siervos míos! Cometéis errores noche y día, y yo os perdono todos ellos, ¡Así que pedidme perdón! que he de perdonaros. ¡Oh siervos míos! No alcanzaréis perjuicio con el cual podáis perjudicarme, ni alcanzaréis beneficio con el cual podáis beneficiarme. ¡Oh siervos míos! Si el primero de vosotros y el último, los humanos y los genios, fueran tan piadosos como el corazón del más piadoso, no añadiría esto nada a mi reino. ¡Oh siervos míos! Si el primero de vosotros y el último, los humanos y los genios, fueran tan corruptos como el corazón del más corrupto, no disminuiría esto en nada a mi reino. ¡Oh siervos míos! Si el primero de vosotros y el último, humanos y genios, se reuniesen en un mismo lugar, pidiéndome y yo otorgándoles a cada uno su petición, no decrecería lo que poseo, así como no decrece (el nivel de) el mar si una aguja es introducida en él. ¡Oh siervos míos! Ciertamente, son vuestras obras, las que os computo, y luego os las recompensaré. Quien encuentre bien que alabe a Allâh, y quien encuentre lo contrario que no reproche por ello sino a sí mismo”. Esta hadîth es una base del Islam y uno de los sustentos del Dîn completo.
Dice Allâh: “Quien obre con rectitud lo hará en su propio bien, y quien obre mal lo hará en contra de sí mismo; tu Señor no es injusto con los siervos” [Sûrah Fussilat (41), âyah 46]. Dice también el Altísimo: “Pero quien practique las acciones de rectitud y sea creyente que no tema injusticia ni menoscabo” [Sûrah Ta Ha (20), âyah 112].
Hermanos y hermanas, roguemos a Allâh para que el verdadero significado de la Paz entre el corazón de cada ser humano; roguémosle también para que Su Paz impere en cada lugar de esta tierra; y roguémosle también para que proteja a cada musulmán que vive en paz con Allâh, con su Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), con la humanidad y con cada criatura de Allâh. Âmîn.
Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh
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