viernes, 5 de diciembre de 2014

LAS VIRTUDES DE KHADIYAH BINT JUWAILID (radiallâhu ‘anha), LA ESPOSA DE RASULULLAH (saw).

En el Nombre de Allâh, Misericordioso, Compasivo. Alabado sea Allâh por habernos guiado al Camino Recto, habernos honrado con el Islam y guiarnos a la fe. Que Sus bendiciones sean con el sello de los Mensajeros y Profetas, aquel que transmitió el Mensaje y cumplió con lo que Allâh le encomendó, hasta que lo alcanzó la muerte por orden de Su Señor. Que las bendiciones y la paz de Allâh sean con él, su virtuosa familia y sus distinguidos compañeros.


Queridos hermanos y respetadas hermanas,  hoy se  trata acerca de las virtudes de Jadiÿah Bint Juwailid (radiallâhu ‘anha), la esposa de Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam):



Durante las semanas pasadas hemos recordado las virtudes de cuatro grandes sahabah, los Julafâ Ar-Rashidîn: Abû Bakr As-Siddîq, ‘Umar Ibn Al-Jattâb, ‘Uthmân Ibn ‘Affân y ‘Alî Ibn Abî Tâlib (radiallâhu Ta‘âlâ ‘anhum).

Hoy seguimos conociendo un poco más de los sahabah, pero esta semana corresponde hablar de una mujer. Hablamos del mejor buen ejemplo en el mundo de las mujeres. Hablamos sobre una persona veraz, el rio de rahmah, la fuente de la compasión, la fortaleza del imân, la constructora de naciones, la educadora de mujeres y hombres, la fortaleza muy firme y alta contra las inundaciones de la falsedad y la incredulidad. Ella es una alhaja valiosa, un diamante protegido, era pura en tiempo de la ignorancia, era la primera mujer que tuvo en su corazón la Unicidad en su Señor después de Su Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), ella es la primera mujer que rezo para Allâh detrás del Profeta de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). Ella es la primera mujer que escucho el Qurân directamente de la bendita boca de Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), fue la primera mujer en el mundo de las veraces, la primera mujer en recibir las buenas noticias del Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) de su entrada en el Ÿannah. Ella es la primera mujer que recibió saludos de Allâh, la primera mujer que dio a luz a varios hijos de nuestro querido Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). Ella fue la primera persona que apoyó y ayudó a Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). Fue la madre de los creyentes, la respetada esposa de Habîbullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). Ella es Jadiyatul-Qubrah (radiallâhu Ta‘âlâ ‘anha).

Su nombre y linaje es: Jadiÿah Bint Juwailid Bin Asad Bin ‘Abdul ‘Uzza Bin Kusay Bin Kilâb Bin Murrah Bin Ka’b Bin Luay Bin Galib Al-Qurashiyah Al-Asadiyah. Ella era la mujer con el linaje más honrado entre todas las mujeres de Quraish, es Saiyidatun-Nisâi Quraish. Ella es la primera persona que tomó la shahadah con Nabî (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) entre todas las mujeres y hombres.



Jadiÿah (radiallâhu ‘anha) fue una mujer muy adinerada y hacia negocios en Sham (Siria). Cuando ella conoció la honestidad y veracidad de Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), lo contrató para que, junto con su sirviente Maisara, vendieran su mercadería en Sham. Cuando Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) aceptó su oferta y empezó a hacer negocio para ella, Allâh multiplicó su ganancia y ella prosperó. Al ver las buenas y hermosas cualidades de Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y como la gente lo llamaba As-Sadiq Al-Amin (el veraz y confiable), ella le ofreció matrimonio. Los tíos de Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) se pusieron de acuerdo y se organizó el matrimonio. Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) en aquel momento tenía 25 años y ella 40. Ella tuvo todos los hijos del Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) menos Ibrahim, quien fue hijo de Mariah Qibtiyah. Los hijos de (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) con Jadiÿah eran: Qâsim y ‘Abdullâh, ellos murieron siendo muy pequeños; las niñas eran: Ruqayah, Zainab, Um Kulthum y Fatimah (radiallâhu ‘anhuma), todas ellas se hicieron musulmanas y emigraron junto con Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam).



En su honor el Nabî (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) no contrajo matrimonio con nadie antes de ella ni con nadie mientras ella estaba viva. Ella murió en el mismo año que murió el tío de Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) Abû Tâlib, a los 65 años, tres años antes de la Hiÿrah y por esta razón ese año se llamó el año de la tristeza.



Ella era una mujer íntegra y muy astuta, sabía cómo manejar todas las situaciones, de eso nosotros podemos aprender a través de la historia cuando Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) recibió la primera revelación. Para ese entonces, se había convertido en una costumbre para el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) pasar cada año el mes de Ramadân en retiro y meditando en una cueva sobre la montaña de Hirâ, que está en las cercanías de Makkah. Jadiÿah (radiallâhu ‘anha) siempre se aseguraba de que él tuviera suficiente comida y bebida durante su retiro. Así fue hasta que llegó el día cuando Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) regresó a casa temblando y con temor, diciendo: “¡Cúbreme! ¡Cúbreme!”; luego le relató a su esposa: “Mientras estaba en la cueva, el ángel Ÿibrîl vino a mí y dijo: ‘¡Lee!’ Respondí: ‘No sé leer’. Entonces me tomó y me abrazó fuertemente, luego me dejó ir y repitió la orden: ‘¡Lee!’ Dije: ‘No sé leer’, y una vez más me abrazó hasta que quedé exhausto, luego me soltó. Entonces ordenó una vez más: ‘¡Lee!’ Respondí: ‘¡No sé leer!’ Me abrazó por tercera vez y después de soltarme dijo: “¡Lee! [¡Oh, Muhammad!] En el nombre de tu Señor, Quien creó todas las cosas. Creó al hombre de un coágulo. ¡Lee! Que tu Señor es el más Generoso” [Sûrah Al-‘Alaq (96), âyât 1 a 3]. Luego salí hasta la montaña, escuché un sonido viniendo del cielo que decía: ‘¡Oh, Muhammad! Tú eres el Mensajero de Allâh y yo soy Ÿibrîl’. Así que levanté mi cabeza para ver, y vi a Ÿibrîl extendiendo sus alas sobre el horizonte, diciendo: ‘¡Oh, Muhammad! Tú eres el Mensajero de Allâh y yo soy Ÿibrîl’. Entonces me detuve en mi lugar y no seguí adelante ni retrocedí hasta que él se fue. Y aquí estoy, ¡Oh, Um ‘Abdullâh!”.



Entonces Jadiÿah (radiallâhu ‘anhu) dijo: “¡Oh, Abul-Qasim! Envié a algunos de mis mensajeros a buscarte y ellos miraron por todas partes y no te encontraron, entonces regresaron”. Luego ella sonrió y dijo: “Anímate, mi querido esposo, porque yo espero que tú seas el profeta de esta nación. Al-lah nunca te humillará porque tú eres bueno con tus parientes, eres veraz en tus palabras, ayudas a los necesitados, apoyas al débil, alimentas al invitado y respondes el llamado de quienes piden ayuda”.



Después de eso, ella fue con el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) a ver a su primo, Waraqah Bin Naufal Bin Asad Bin ‘Abdul-‘Uza, quien era cristiano en la era pre islámica y solía escribir partes de la Biblia en hebreo. Él era un anciano y se había vuelto ciego. Jadiÿah (radiallâhu ‘anha) dijo: “¡Primo, escucha a tu sobrino!” Waraqah preguntó: “¡Oh, sobrino mío!, ¿qué has visto?” El Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) le dijo lo que le había pasado. Waraqah respondió: “Este es el Namûs (el ángel que está a cargo de los mensajes divinos) que Allâh envió a Mûsa. Me gustaría ser más joven. Me gustaría vivir hasta el tiempo cuando tu gente se expulse”. Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) preguntó: “¿Me expulsarán?” Waraqah respondió afirmativamente, diciendo: “Todo aquel que ha venido con algo similar a lo que tú has traído, ha sido tratado con hostilidad, y si yo viviese hasta ese día, entonces te apoyaría fuertemente”.



Jadiÿah (radiallâhu ‘anha) siempre estaba dispuesta a ayudar y dar su apoyo al Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y la misión que Allâh le había encomendado, y siempre estaba a su lado soportando juntos las dificultades del establecimiento del Dîn. Cuando Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) fue boicoteado en el valle de Abu Tâlib, ella no dudo en acompañarlo en aquel difícil momento. Soportó todas las dificultades y sufrimientos junto a su amado Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y prefirió tener una vida estrecha en vez de tener una vida de confortable. ¡Qué buena mujer era y que buena ayudante era! Que Allâh le recompense de parte de todos los musulmanes.



Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) la amaba muchísimo y siempre se acordaba de ella. Hablaba tanto de ella que una vez Âishah (radiallâhu ‘anha) dijo no tuve celo por ninguna mujer de las mujeres del Nabî (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), como tuve por Jadiÿah (radiallâhu ‘anha), a pesar de no haberla visto. Cuando el Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) sacrificaba un animal siempre pasaba una porción a la familia o amigas de Jadiÿah (radiallâhu ‘anha).
Se narra que Âishah (radiallâhu ‘anha) dijo: Parece que no había ninguna mujer en el mundo, salvo Jadiÿah. Cuando las amigas de Jadiÿah (radiallâhu ‘anha) venían a visitar al Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) su bendita cara se iluminaba de alegría. Una narración de Bujâri y Muslim dice que Âishah (radiallâhu ‘anha) dijo “Una vez Hala, la hermana de Jadiÿah pidió permiso para entrar en la casa de Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). De inmediato se recordó esta manera de pedir permiso porque como ella era la hermana de Jadiÿah, ambas tenían la misma manera de pedir permiso. De inmediato el Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) se puso muy contento y dijo:“¡Allâhumma Hala!… ¡Allâhumma Hala!”.



Transmitió Al Bujari, Muslim y otros que Abu Hurairah (radiallâhu ‘anhu) narró: “Descendió Ÿibrîl ('alaihis-salâm) y dijo: “¡Oh, Muhammad! Vendrá Jadiÿah trayendo un plato con un poco de pan, comida y bebida, cuando se presente dale el salâm de parte su Señor y mío”, esto fue una atención especial que no le fue concedida a nadie más.



En otra oportunidad se presentó Ÿibrîl ('alaihis-salâm) ante el Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y le dijo: “Anúnciale a Jadiÿah que recibirá una casa de caña en el Paraíso, donde no se escucharán banalidades ni se padecerán enfermedades jamás”. Allâh se complació de ella ¿Acaso otra mujer hubiera preparado para el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) el ambiente propicio para reflexionar, y sacrificado su persona y sus bienes en aras de un objetivo extraordinario? ¿Acaso otra mujer hubiera tenido la entereza y la fe de Jadiÿah (radiallâhu ‘anha), siendo ella rica y noble, de ceder con gusto todo lo que había logrado para ponerse a su lado y ayudarlo a soportar las peores persecuciones? Indudablemente que no, ella era la única a la que Allâh había agraciado para colmar de felicidad y perseverancia al hombre esperado con la profecía.



Bujâri y Muslim transmitieron que el Mensajero de Allâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) solía decir: “Las mejores mujeres son María bint ‘Imrân y Jadiÿah bint Juailid”. Cuando todo el mundo negaba aceptar a (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) ella o acepto cuando todos no querían creer en el mensaje de (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) ella le creyó.



Hermanos y hermanas, pidamos a Allâh que nos de la capacidad y entendimiento de aprender de estas enseñanzas y de los ejemplos de virtud de la Madre de los Creyentes, Jadiÿatul-Qubrah (radiallâhu ‘anha). Amin.
                      -------------------Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh--------------------------

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